A menudo solemos escuchar
que el fútbol y la política van de la mano. Podemos estar a favor o en contra de este postulamiento, pero
lo cierto es que desde que se jugó el primer mundial, y hasta donde vamos con
este recorrido, estas dos pasiones se han tornado inseparables.
En +Medios hoy nos toca
repasar la tercera cita mundialista: Francia 1938. Siguiendo en la línea del primer párrafo, el
contexto en Europa no era de lo más alentador. A casi dos años de desatarse la Guerra Civil en España (julio del ´36), este territorio se encontraba dividido entre el
bando sublevado, a cargo del General Franco, y el bando republicano, compuesto
por el Frente Popular.
También era un período de
hostilidad permanente entre los países del viejo continente. Alemania, bajo la
tutela de Hitler, acababa de anexar a Austria al Tercer Reich, y la amenaza de
un nuevo conflicto bélico -e ideológico- mundial estaba latente. De hecho, se
presume que en España se probó el armamento que luego fue utilizado en la
Segunda Guerra Mundial (cabe remarcar que cada bando español tenía un respaldo
armado internacional bien diferenciado uno del otro: Rusia apoyaba a los
republicanos, con Francia en menor medida, mientras que Alemania e Italia le
daban sus servicios a los republicanos).
Tiempo más tarde, y no
conforme con el Pacto de Múnich, Hitler
tomaba Polonia (Guerra Relámpago, 1 de septiembre de 1939), dando lugar
de este modo a que Francia e Inglaterra le declaren la guerra dos días más
tarde.
Afiche Francia 1938 |
Volcándonos al fútbol, la
FIFA elegía a Francia como sede para el
tercer campeonato del mundo. La Argentina se había postulado para ser el
anfitrión, confiado en tener las condiciones para albergar la competencia y
porque, además, la AFA creía que era lo
justo luego de haberse jugado en Europa el anterior.
Pero Francia ofrecía más
garantías en cuanto a los medios para desarrollar el mundial, y así la FIFA dio
su sentencia. Las autoridades del fobal criollo, ante el desprecio de
la federación que nuclea el fútbol, actuó con total despecho y decidió no
presentar ningún combinado nacional en el torneo que se avecinaba (una vez que
Argentina no fue elegida como sede, se pidió desde la cúpula de la asociación jugar sin disputar las eliminatorias. La FIFA
también le bajó el pulgar a esto).
Como mencionamos en las
primeras líneas, Alemania anexó a Austria antes de jugarse este mundial. El
problema es que tanto los germanos como los austríacos estaban clasificados
para competir. Se dice que Hitler le pidió al técnico que en ese momento tenía
el buzo del Wunderteam (equipo maravilla, como se lo conocía al equipo nacional
de Austria) que hiciera una segunda anexión, en este caso futbolística. El DT
se negó y renunció, por lo que el Fuhrer contrató a Seep Herberger.
Éste le concedió el deseo al por entonces líder alemán y convocó siete
jugadores austríacos a sumarse a las filas del conjunto teutón.
Con esta particularidad, y
sin Austria compitiendo, fueron quince las selecciones que participaron. Fuera
Argentina, sumado a algunos equipos latinoamericanos que se solidarizaron con
la decisión de no asistir al compromiso (México, Colombia, entre otros), sólo
Brasil, Cuba y las Antillas Holandesas fueron los representantes de nuestro
continente.
Leónidas, el goleador |
Nuevamente se repetía el
formato de Italia 1934 y se arrancaba desde los octavos de final. Se jugaron
diez partidos repartidos entre las nueve sedes que propuso el país galo.
Luego del mundial anterior, y todas las suspicacias que se habían levantado en
referencia al modo en que lo ganó Italia, entiéndase ayudas arbitrales y presión
de Mussolini, la FIFA necesitaba darle un manto de transparencia a esta nueva
edición, dejando atrás las sospechas y las críticas.
La Azurra, máximo candidato,
debutó ganándole a Noruega, así como Brasil comenzaba a formarse como potencia
al vencer a Polonia en un partidazo. El score final fue 6 a 5 para la Verde
Amarela. En este partido hizo un gol descalzo Leónidas, quien fue el
goleador del mundial -y la figura de Brasil- con 8 anotaciones en 4 partidos.
También se iba perfilando
como cuco del torneo Hungría, que debutó
goleando 6 a 0 a las Antillas Holandesas, y en la segunda ronda dejaba en el
camino a Suiza. Ya en semifinales, dos animadores se cruzaban, Italia contra
Brasil. Un confiado técnico brasilero dijo que dejaba a Leónidas en el banco de
suplentes guardándolo para la final. Le salió mal la canchereada, Italia se
quedaba con el encuentro por 2 a 1, y se preparaba para su segunda final
consecutiva.
Italia, el quipo bicampeón |
Brasil terminó tercero al
ganarle el partido de honor a Suecia por 4 a 2. Los suecos habían perdido la
semifinal contra Hungría, quien era el otro protagonista de la final.
El día del partido decisivo
unas 45 mil personas asistieron al Estado de Colombes (donde juega de local el
Racing de París. Hoy se llama Yves du Manoir). La mayoría alentaba al equipo
húngaro, dada las cruces con tintes políticas que acarreaba el conjunto tano.
Pero esta vez Italia ganó el mundial en la cancha. Esto fue gracias a que Meazza y Ferrari, sus figuras, tuvieron un
desempeño descollante aquel partido, y al final del primer tiempo ya estaban
arriba por 3 a 1. Pese el descuento más tarde, poco pudo hacer Hungría ante la
superioridad del conjunto Italiano, terminando el encuentro 4 a 2. Italia, esta
sin vez sin discusiones, se convirtió en el primer bicampeón de la historia de
los mundiales.
Un año más tarde la Segunda
Guerra mundial estallaba, y los mundiales no se jugarían hasta que el conflicto bélico
terminase. La próxima cita recién se dio 11 años después y en Sudamérica,
Brasil 1950.
Por Marco Iannarelli
Fuentes:
- "El libro de oro del
mundial" Arte Gráfico Editorial Argentino S.A, Diario Clarín.
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