jueves, 29 de agosto de 2013

La pinta del pintor

Un artista que no fue valorado en el siglo diecinueve pero que es altamente costoso en la actualidad si se desea tener una pintura del holandés Vincent Van Gogh, que buscaba siempre sin jamás encontrar la perfección porque decía que el arte exige un trabajo obstinado, una observación alerta y continua.
Un 30 de marzo de 1853 cuando sonaba La Traviata de Verdi nació Van Gogh. Hermano mayor y compañero de vida de Theodorus, no fue sólo un respaldo económico en la vida de Vincent sino también alguien en quien confiar sus anhelos e intimidades. Desde que Théo estudiaba en el colegio, Vincent le envió una larga correspondencia hasta su muerte en la que le contó sus amores. Úrsula, la hija de la patrona en la sucursal de artículos de arte en la que trabajaba lo rechazó. Rompió relación con su familia por enamorarse de una prima. Viajó a la Escuela de La Haya, donde volvió a escribirle a su hermano luego de no hacerlo durante nueve meses y conoció a una mujer embarazada a la que le dio asilo en su casa. Eso provocó un gran revuelco en La Haya pero a Vincent no le importó y se enamoró, pero tiempo después se separó. Junto a Margot Bergman, una vecina, vivió un intenso amorío.
El artista se enamoró en diferentes momentos de su vida pero su gran amor, que no lo abandonó fue la pintura. Si bien intentó seguir una carrera religiosa como la de su padre su interés estaba el arte. “Creo que las cosas hablan tan poderosamente por sí mismas, que me parece imposible decirte otra cosa que una perogrullada, aun a tus propios ojos”, le manuscribió a Théo. Viajó al sur para ingresar a la Academia en Amberes pero regresó a París a vivir con su hermano, allí produjo su veintena de lienzos, y conoció a Agostina Segatori en el café Tembourin con quien mantuvo una relación de poco tiempo. Durante su estadía en “la casita amarilla”, disfrutó de momentos de plenitud con sus pinturas y cometió el acto más triste de un ser humano, se suicidó. “Tuvo que vivir toda su corta vida apostando con el riesgo de perderse”, describió John Berger en el capítulo nueve de El tamaño de una bolsa.

Vincent Van Gogh vivió intensamente y sufrió un indescriptible dolor comprendido de perdidas de amor, de falta de estimación a su arte y del rechazo de la sociedad. Sufrió de ataques de epilepsia, se cortó una oreja luego de discutir con su amigo Gauguin en Arles. Pidió ser internado en un manicomio y discutió cuando estuvo con Théo por última vez. Se disparó en el pecho a los treinta y siete años. “Van Gogh fue despachado de este mundo por su hermano, al anunciarle el nacimiento de su sobrino, y por el doctor Gauchet, quien, en lugar de recomendarle reposo y aislamiento, lo envió a pintar al natural un día en el que tenía plena conciencia de que hubiera sido mejor en irse a acostar”, escribió Antoin Artaud en Van Gogh el suicidado por la sociedad.
Agostina Segatori en el Café de Tambourin. Fuente: www.vangohggallery.com

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