sábado, 15 de junio de 2013

De categoría mundial

Porque no podíamos hacer la historia de los mundiales dejando de lado las carreras de sus máximos protagonistas, es que nace De categoría mundial. Esta nueva sección apunta a homenajear a aquellos grandísimos jugadores de la redonda que han pasado, al menos una vez, por las citas mundialistas –y que no haya sido un mero paseo de manera insignificante; para eso se está cocinando otra sección-.
Dando el puntapié inicial, +Medios presenta en el menú de hoy a Franco Baresi. Franchino, como es su nombre original, nació en la ciudad de Travagliato –Italia- un 8 de mayo de 1960. Junto a su hermano, Giuseppe, sufrieron la pérdida de sus padres siendo sólo unos niños. Tal tragedia hizo que los hermanos Baresi encontraran en el fútbol su cable a tierra, y vaya si le fue bien a piscinin.
Baresi, un excepcional defensor
Considerado uno de los mejores -sino el mejor- líbero de la historia, marcó un antes y un después en su puesto. Aguerrido, sacrificado, tiempista, y, por sobre todo, un artista  a la hora de cortar un avance rival. Baresi se convirtió por estas características en un símbolo del  AC Milán, a tal punto que a su retiro en 1997, los popes del club –con Berlusconi a la cabeza- decidieron retirar la casaca número 6, la misma que defendió por dos décadas.
Distinta podría haber sido la historia si el eterno rival del Rossonero, el Internazionale de Milano, se hubiese quedado con el pequeño Baresi. Sí, el gran central milanista primero probó suerte junto a su hermano en el Inter, donde quedó éste último. Él no fue fichado por ser “Bajito”. Si bien esto es una verdad, ya que Franco pasa apenas los 175 centímetros, también tuvo problemas para ser aceptado en Il Diavolo –el diablo, como también es apodado el club milanista-, donde quedó en las filas de la institución recién al tercer intento.
Este animal de la defensa comenzó a forjar su exitosa carrera en 1978, año en que debutó en la primera del Milán -contra el Verona- con 18 años. Partido tras partido fue haciéndose su lugar en el once inicial, logrando afianzarse para siempre en la zaga del club que se convirtió en el dueño de su corazón.
Las alegrías no tardaron en llegar. Un año después de su debut, en 1979, se consagraba campeón del Calcio. Pero así como llegaron las buenas, a Baresi le tocó también vivir las malas. En tiempos en que en nuestras tierras los gigantes caen a las sombras del Nacional B, al Rossonero le tocó descender dos veces en toda su impresionante historia, y en ambas el 6 estuvo presente.
Lo que es una constante en el fútbol italiano -y cómo hemos visto hace no mucho- son los negocios clandestinos de las apuestas y arreglos de partidos, que hizo bajar de categoría a nada más y nada menos que a la Vecchia Signora (Juventus) en el 2006. Pero esto viene de bastante tiempo atrás. En 1980 el Milán era encontrado culpable de tales hechos corruptivos y era sancionado a descender a la Serie B. Baresi, comprometido con el club y fuera de las sospechas, se quedó a pelearla. Luego de un año, uno de los grandes de Italia recuperaba su lugar en la primera división.
Pero ahora el desastre era deportivo y no moral. El Milán había sufrido una sangría en su plantel producto del descenso de la temporada anterior, y de esta forma no pudo mantener la plaza en la  categoría de elite en la temporada de 1982. El mero dato estadístico liguero arrojó 7 triunfos sobre 30. A pelearla al ascenso nuevamente.
Otro paso efímero por la B. Para 1984 se encontraba en la máxima categoría nuevamente, para nunca más dejar su puesto de privilegio, donde sin dudas pertenece.
Baresi en la etapa de un Milán increíble
A todo esto, Baresi siempre con la Roja y Negra tatuada en su piel. Con 22 años ya su brazo era apretado por el brazalete de capitán, que sólo soltaría el día que jugó su último partido. El Milán  recién recuperó la memoria recién a partir de 1986. Berlusconi llegaba al club para lograr una especie de “refundación”. A la dirección técnica se acercaba Arrigo Sacchi, toda una novedad por aquellos tiempos. Este nuevo DT era un fiel exponente del fútbol en su total expresión, que se animó a combinarlo con el clásico catenaccio, y los resultados fueron por demás increíbles.
Con una defensa adelantada comandada por Il Capitano Baresi, y con jugadores de la talla de Van Basten, Gullit, Ancelotti, Maldini, entre otros, el Milán viviría años de continuados éxitos en las cuatro temporadas que Sacchi dirigió al team italiano.
Pasó Sacchi, llegó Capello, con Baresi siempre en el fondo. Seguían los Títulos locales e internacionales. El gran 6 jugó hasta 1997, cuando con 37 años decidió colgar las botas y cederle la capitanía a otro tremendo defensor, Paolo Maldini. En total ganó 18 trofeos. Sí, de todas formas y colores. Y a esto se le suma uno más, la Copa Mundial de España de 1982, por eso entra en De categoría mundial.



Baresi y su otro amor, la Azurra
La Azurra, su otra pasión

También referente en la Nazionale, Baresi jugó 81 partidos defendiendo a su país, en las cuales en más de la mitad fue su capitán. Debutó allá por el ´82 contra la selección de Rumania. Integró el plantel campeón del mundo de ese año, pero el técnico del combinado azurroEnzo Bearzot- no contó con él, pero de todos modos sumó esa estrella a su palmarés.
El líbero no participó de México ´86 –fue convocado Giuseppe, su hermano-, pero sí fue baluarte de la selección que en 1990 hizo de anfitriona. El equipo italiano llegó hasta las semifinales de ese mundial quedando afuera con la Argentina del Diego y del Cani, y claro que también, de un Goyco inspiradísimo volando de palo a palo en los penales –el partido había terminado 1 a 1, Baresi convirtió su penal-.
Pasaba el mal trago de no poder coronarse ante su gente, y con sed de revancha, Italia se preparaba para la próxima cita cuatro años después, EE UU 1994. Baresi, ya con 34 experimentados pirulos, seguía siendo el sostén defensivo de la escuadra nacional, y también su líder. El team tano también lo integraba Roberto Baggio, Paolo Maldini, Mauro Tassotti, Giuseppe Signori, grandes jugadores que estaban bajo la conducción técnica de un viejo conocido de Baresi, Sacchi.
Con tres empates en el grupo E, Italia pasaba a los octavos con Irlanda y México, para ganarle en los octavos a Nigeria. Ya en cuartos, una Azurra que no terminaba de brillar, pero que era efectiva, eliminaba a la Furia Roja española por 2 a 1. Las semifinales serían contra los búlgaros, equipo que compartió grupo con nuestra selección (2 a 0 para Argentina).  Tras ganarle también 2 a 1 a Bulgaria, Italia cumplía con su labor de equipo histórico en los mundiales y llegaba a la final. El partido definitorio era contra Brasil, que desde México ´70 no lograba ser campeón. Las cosas no le salieron bien a Baresi y a sus amigos, pero principalmente a Baresi. La final fue 0 a 0, y otra vez los penales se hacían presentes. 3 a 2 fue la victoria para la verde-amarela, donde Franco erró su disparo, no pudiendo así levantar la copa mundial en cancha y como capitán. Cabe remarcar que el gran defensa estuvo lesionado gran parte del torneo y fue operado durante el mismo luego de jugar con Noruega en la primera fase.
En total, Baresi jugó 10 partidos por mundiales, y se retiró del combinado nacional italiano ese mismo año del mundial ´94.

Para despedirnos, sin dejar de mencionar que la próxima entrega será Italia 1934, en 1999 los Tifosi del Milán eligieron a Baresi como el mejor jugador del siglo del club.



 Marco Iannarelli @miannarelli












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