miércoles, 5 de junio de 2013

El enganche semanal III

Por Martin Muelas

@martinm87

A días de anunciar su retiro,  esta semana toca homenajear a uno de los grandes mediapuntas que dio el futbol español. Luego de casi dos décadas brillando en La Liga, Juan Carlos Valerón, de 37 años, cuelga las botas.

Nacido en Arguineguín, un pueblo de la paradisíaca Isla de Gran Canaria, comenzó a jugar de pequeño en las canchas de su barrio. Y luego con el tiempo se sumo a las filas de la Unión Deportiva Las Palmas. Teniendo condiciones y una gran habilidad con el balón sorprendentemente, el Flaco no era el crack de la familia. Uno de sus hermanos mayores, según cuentan era la gran promesa del club pero desgraciadamente, años mas tarde, una lesión temprana lo privaría de continuar su carrera de futbolista. Allí debutó en mayores, y jugando junto a su hermano y junto a su amigo Manuel Pablo logró el ascenso a la segunda categoría.
Hace poco, en una entrevista concedida, el Flaco contó una curiosa anécdota: cuando comenzaba su carrera como profesional fue entrenador del volante David Silva. Así es, el jugador del Manchester City fue dirigido por él cuando tenía entre 7 y 8 años, ya que en Las Palmas, los jugadores del primer equipo acostumbran a dirigir a los más chicos. “Allí, como valor principal, nos enseñan a querer al futbol” sintetiza el jugador.

En la Unión Deportiva entonces dirigido por Ángel Cappa, Juanito mostró un gran nivel, y llamó la atención de los directivos del Mallorca. Quienes lo incorporaron a sus filas en 1997. Por primera vez se alejaría de su pueblo natal, pero aceptó el desafío con ánimos de triunfar, también lo ayudó el hecho de ir a vivir a otra isla con un clima parecido haciendo mas llevadera su adaptación.

 El flaco de Arguineguín se caracterizó siempre por su juego vistoso. Siendo uno de esos jugadores por los que no teníamos reparo alguno en pagar una entrada para ir a la cancha. Sabiendo que siempre con alguna jugada, algún movimiento, algún pase o algún otro detalle, nos iba a dejar contentos.
Un año le bastó para dejar una huella imborrable en el club bermellón, mostrando un gran nivel en la máxima categoría del futbol español y deleitando a los aficionados. Protagonizó una de las temporadas mas importantes en la historia de este club, donde dirigidos por Héctor Cúper llegaron a la final de la Copa del Rey, perdiéndola luego de un partido muy parejo en la definición por penales. Esto hizo que un grande, el Atlético de Madrid se fijara en él con vistas de incorporarlo a la temporada siguiente.

Con el Aleti tuvo que lucharla, pero se ganó el puesto finalmente relegando al fichaje estrella de esa temporada, Juninho Pernambucano. Debido a esto, y al gran nivel mostrado, comenzó a ser citado a la selección absoluta de España. A pesar de su buen presente  no pudo evitar que el club, en la temporada más catastrófica de su historia, descendiera a la segunda división. Constituyendo esto, su primer gran golpe en el futbol profesional. El plantel del Atlético se desmanteló y Valerón, que era bien visto por todos en la liga, fue a parar al Deportivo La Coruña. El equipo venia de ser campeón de la liga y se reforzó adecuadamente con vistas de protagonizar de la mejor manera posible la Champions League.

Con la roja, el Mago de Arguineguín disputo dos Eurocopas y un Mundial, el de Corea-Japón 2002. Torneo en el que España fue injustamente eliminada luego de un arbitraje espantosamente localista. Le tocó vivir los años en que nunca podían superar los cuartos de final en los torneos grandes. Sin embargo su impredecible forma de jugar sirvió de inspiración para la nueva camada que cambiaría para siempre el destino del futbol español.

El Depor sería el club que marcaría para siempre la vida deportiva del futbolista. Sus mejores años y su pico de rendimiento pudo verse vistiendo esta camiseta, que a lo largo de 13 años le daría muchas alegrías pero también algunas tristezas.

En el club gallego fue protagonista en los años de gloria, en tiempos del “Súper Depor”, compitiendo en la liga, y logrando dos Supercopas y la tan recordada Copa del Rey del Centenariazo contra el Real Madrid de los galácticos de Florentino Pérez. En 2004, llegó a semifinales de la Champions, luego de eliminar consecutivamente a Juventus y Milan, cayendo con el Porto en una serie marcada por la paridad y por el polémico arbitraje del partido de vuelta. También supo mostrar su sapiencia contra otros grandes equipos en Europa, como por ejemplo la noche de las tres asistencias a Roy Makaay en Munich. Cuando los rivales mas aceleraban sus pulsaciones, el frenaba y observaba, y luego actuaba. Siempre buscando el pase al vacío. El espacio milimétrico entre las piernas rivales.

Con el correr de los años, el flaco se convirtió en el líder por excelencia del plantel gallego, a pesar de tener que pelear el puesto en sus inicios con un gran Djalminha, terminó siendo titular indiscutido y figura. Usando el dorsal 21, compartió equipo nuevamente con su amigo coterráneo Manuel Pablo, con quien también coincidió vistiendo la casaca roja de la selección.

Alternativamente le tocó vivir momentos difíciles en el Depor. Tuvo dos años en los que casi no pudo jugar debido a lesiones en la rodilla y posteriores recaídas. El equipo tampoco andaba muy bien y luego de algunas temporadas al borde del abismo, finalmente le tocó sufrir el tan temido descenso. Vio como pasaron de las grandes viejas épocas a ese presente tortuoso. Meditó con el retiro pero decidió continuar un año mas jurándose que devolvería al club a donde se merecía. Luego de un año en gran nivel, pudo cumplir y volver a primera división. “Este ascenso vale por dos Champions” manifestó luego del partido que definió la vuelta.

De conducta intachable, en los últimos diez años, recibió sólo dos tarjetas amarillas… y las dos por error. Juan Carlos es valorado por todos por su condición técnica, pero sobre todo por su calidad como compañero. Es considerado una referencia para los demás futbolistas, imponiendo respeto desde su alegre forma de ser. Un tipo tranquilo y positivo que siempre supo llevarse bien con los de su equipo y también con los rivales. Nunca tuvo una palabra más alta que la otra. Hoy día, es aplaudido por las gradas de cada estadio y cada escenario del campeonato español, teniendo un nivel de reconocimiento similar al de Andrés Iniesta. Incluso es reconocido en Vigo, hogar del eterno rival del Depor.

Apasionado de la música y fiel seguidor de los Red Hot Chili Peppers, cada vez que andan por Europa va a verlos. En sus ratos libres también suele invitar a sus amigos a jugar a la Play en su casa. Valerón, a su vez, es un gran admirador de los jugadores argentinos, en una nota concedida a El Grafico, se deshace en elogios hacia los compañeros con que le tocó jugar. Valorándolos por sus condiciones técnicas pero sobre todo por su amor propio y su competitividad. Al ser consultado, dice que por similitudes su propio juego es comparable con el de Aimar y Riquelme. También muestra un profundo respeto por Fernando Redondo, jugador que lo tenía fascinado por su forma de jugar.  Y obviamente, alaba tanto a Diego Maradona como a Lionel Messi.

Del Bosque lo elogió: “hoy en día podría jugar tranquilamente en esta selección”. “¿Cuantos años tiene?” preguntaba recientemente Cristiano Ronaldo cuando le tocó disfrutar de su juego en un partido que comenzó desde el banco, no pudiendo creer que a su edad el Flaco aún fuera capas de mostrar tal nivel. “Valerón es el jugador con el que mejor me he entendido. No se equivoca nunca. Me recuerda a Zidane. Nació genio y morirá genio” manifestaba un convincente Pep Guardiola.

Castigado por el tiempo y disminuido desde lo físico. Después de 13 años en La Coruña el enganche anunció su partida. Tras el partido a vida o muerte ante la Real Sociedad, Valerón tuvo la despedida mas triste que se pudo llevar. El Depor finalmente descendió a la segunda categoría y la magia del canario desaparecerá de los terrenos de juego. Posiblemente un equipo de Qatar o Dubai consiga disfrutar durante algún tiempo más de su talento. Para nosotros sólo quedará su recuerdo. Su don de buena gente, siempre sonriente con quien se acerque a pedirle una foto o un autógrafo. Su elegancia para jugar. El concepto de juego que predicaba a sus compañeros. Nos dejó muchas cosas.


“Tranquilidad para jugar y tomar buenas decisiones” eran sus máximas al equipo en la charla previa a salir a la cancha en cada partido. Para los que vemos en este deporte algo más de lo evidente, Valerón nunca pasará desapercibido. No se sabe si él extrañará al futbol o si, el futbol lo terminará extrañando mas a él. Me inclino más por la segunda opción.

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