miércoles, 12 de junio de 2013

La precisión como bandera


Por Martin Muelas
@martinm87

“Con 40 años podría seguir jugando, y con 50 también, porque no necesitaba correr para jugar”. Estas palabras describen perfectamente al jugador en cuestión, y son obra de un excelente creador de frases, así describía en su libro Diego Armando Maradona al gran Pibe Valderrama. “Les enseñó a todos los colombianos cómo jugar al futbol. Tenía cosas de Bochini” agregó.

Carlos Alberto Valderrama nació en Pescaíto, un barrio de Santa Marta, cuna de grandes futbolistas en la historia del balompié colombiano. Se crió, como muchos otros grandes, en una familia que predicaba este deporte como estilo de vida. Tanto Jaricho, su papá, como sus tíos, primos y hermanos llegaron a ser jugadores. Comenzó recorriendo el camino inverso al que generalmente hacen los enganches. Hay incontables casos de volantes centrales que tenían poca marca y mucho panorama y terminaban jugando de mediapuntas, bueno él, en categorías formativas ocupaba el puesto de centrodelantero, y de hecho marcaba muchos goles. Pero con el tiempo fue retrasando su posición y adquiriendo nuevos conceptos del juego.


 Debutó a la edad de 17 años en Unión Magdalena y luego de dos  muy buenos fue adquirido por Millonarios. Allí no pudo mostrar su enorme capacidad y luego de un año marchó al Deportivo Cali. Carlos, era una persona tímida pero de fuerte personalidad y convicciones marcadas. Muchas veces discutía con compañeros por que no soportaba que reventaran hacia arriba el balón cuando tenían tiempo y espacio para hacer otra cosa.

Luego de 3 años muy buenos en Cali, llegando a salir subcampeones y formando una dupla fantástica con Bernardo Redín, el Pibe fue vendido al Montpellier francés, convirtiéndose en el primer jugador colombiano en toda la historia en jugar la liga de aquel país.

Paralelamente, esa inconfundible melena había irrumpido en el escenario continental siendo una de las figuras de una selección colombiana que venia emergiendo mediante un buen juego y sus buenos jugadores. En 1987, fue elegido el mejor jugador de la Copa América disputada en Argentina. Brillando y haciendo jugar a su equipo, demostraba que no era un simple jugador de toque, sino que detrás de cada pase había un motivo y una intención.


En sus 3 temporadas en el Montpellier, Carlos no pudo desplegar todo su potencial debido a que no contaba con muchos minutos en cancha. El entrenador francés no valoraba sus condiciones ni el aporte que podía darle a su equipo. En aquellos años, el Pibe se sintió totalmente incomprendido. Años mas tarde un grupo de ingleses que a pesar de intentarlo tampoco entendían como valorar el juego del colombiano, harían un estudio sobre su juego llegando a la conclusión de que “su pelo es una metáfora sobre su futbol. Denso, voluminoso y totalmente anticonvencional”.

Antes de irse de Francia, ganó la copa de la liga con su equipo. Luego si llegarían tiempos de jugar y hacer jugar. Fue el Valladolid español su siguiente destino. Allí fue dirigido por su coterráneo Pacho Maturana y también jugó al lado de René Higuita y Leonel Álvarez.  En este humilde equipo, Valderrama demostró su calidad en Europa y se ganó los elogios de grandes personalidades, entre ellas, el mismísimo Johan Cruyff. En un fútbol en el que predominaba la preparación física, su velocidad mental compensaba con creces su lentitud de movimientos.

Pese a esto, el Pibe siguió sintiéndose incómodo y regreso a Colombia en 1992, pasó un año por Independiente de Medellín y luego fue a parar al Juniorde Barranquilla. En este equipo plasmó con resultados toda su incidencia en el juego, consiguió dos ligas y llevo a sus compañeros a disputar las semifinales de la Copa Libertadores, quedando eliminado a manos del Vélez de Carlos Bianchi, que en los penales conseguiría pasar de ronda y luego se consagraría campeón. Durante sus años en el Junior protagonizó un escándalo luego de mostrarle un billete al árbitro después de que éste cobrara un penal que el Pibe consideraba inexistente. Era raro ver estos episodios en él. También en 1993 fue elegido por el diario uruguayo El país como el mejor jugador de America. Ganaría ese premio en tres oportunidades durante su vida futbolística.

El Pibe fue un caso típico del hombre que disfruta mas jugando para su país que para otro equipo. A pesar de tener altibajos en los clubes que le tocó estar, siempre brilló con la camiseta amarilla de su selección. Ejercía un liderazgo sobre sus compañeros basado en el ejemplo y no meramente en las palabras. Es por esto que fue capitán del equipo durante once años, siendo internacional con su país en más de cien ocasiones, guió a los suyos a disputar los mundiales de Italia 90, EEUU 94 y Francia 98. Con performances dispares del equipo, basadas en las expectativas generadas.

En Italia, el equipo mostró un buen nivel, el Pibe marcó un gol en la victoria por 2 a 0 frente a Arabia Saudita. Empataron 1 a 1 con Alemania y fueron primeros en su grupo. Aunque luego caerían derrotados en octavos de final en manos de Camerún. Abolió distancias con los grandes equipos, con toques precisos le dio caudal al juego de su selección.

En las eliminatorias al siguiente mundial, los colombianos mostrarían un nivel superlativo, clasificando nuevamente al certamen y dejando plasmado un 5 a 0 histórico en Buenos Aires en la memoria de los aficionados. La ilusión generada en el pueblo colombiano fue muy grande. Por esos años el país se veía sumergido en luchas internas y el terrorismo, narcotráfico y atentados constantes llenaban las tapas de los diarios. Por lo que la única alegría que esperaba esa gente se la podían dar estos muchachos. Valderrama era el líder de esta excepcional generación de jugadores que llego a ser considerada como candidata a alzarse con el trofeo mundial. Sus pisadas deleitaban a todos los que amamos este deporte. Su juego de posesión, era versátil y era capaz, a pesar de su lentitud, de darle velocidad al juego y generar magníficos contragolpes gracias a su pegada e inteligencia para ver el pase justo. Pese a esto, el equipo no cumplió con lo esperado y se volvió del mundial muy pronto. Mucho se habló de la presión que acarreaban esos jugadores. Las amenazas recibidas y las consecuencias de esto son muy conocidas.


Ya en la parte final de su carrera internacional, Carlos guió a Colombia en la clasificación para el mundial de Francia de 1998. Allí una vez más ejerció de líder indiscutido del equipo. Hacia que sus compañeros interpreten su juego de toque y triangulaciones. Sabía cuando asistir, cuando ser directo, y sobretodo, cuando frenar, que es algo que pocos jugadores comprendían tan bien como él. Su imagen por esos tiempos había trascendido los campos de juego, llegando a ser la cara visible del International Superstar Soccer 98, el mayor videojuego de futbol de la época.

Previo a la copa del mundo, ocurrió un episodio desafortunado. En un partido amistoso frente a Bélgica, comentaristas colombianos que narraron las acciones del encuentro no se dieron cuenta de que tenían el micrófono abierto cuando empezaron a insultar a Valderrama. Se burlaron de él tachándolo de acabado, anciano y que ya no podía moverse. El Pibe se sintió herido, pensó que la gente que antes lo tenía en un pedestal, ahora lo traicionaba y ya no lo quería. Más tarde, este episodio lo llevaría a una depresión. Pese a esto el Pibe mostró un gran nivel y recibió elogios de todos lados durante la Copa del Mundo. Pero la selección colombiana no estuvo a la altura y quedó afuera en primera ronda.

Luego de unos años en el futbol colombiano, Valderrama fue tentado para participar en un proyecto de refundación de la MLS, la liga norteamericana de futbol. Disputo sus últimos años de carrera en ese país, volviendo ocasionalmente al Deportivo Cali durante los meses de receso de la competición. En Estados Unidos, el Pibe jugó en Tampa Bay Mutiny, Miami Fusion y Colorado Rapids. Dejo una huella muy importante en esa liga, destacándose por tener el record vigente de asistencias o pases gol, con un total de 114.

            Se retiró en 2004. Suele ser número puesto en los partidos homenaje de todas partes del mundo. A pesar de su simpatía, detestaba que le tocaran el cabello. Soportaba toda clase de bromas pero advertía que nunca se metieran con su melena. Es casi con seguridad, una de las personalidades colombianas más entrañables, por estas cosas y sobre todo, por su enorme calidad como futbolista. Se movía tan bien entre los espacios del mediocampo que hasta a veces parecía que no lo querían marcar. Era un jugador paciente, manejaba con igual técnica tanto su pie derecho como el izquierdo. Ejecutaba tiros libres con maestría, con una rosca marca registrada. Alguna vez el Flaco Menotti se refirió a él como "un mago de la inteligencia, que sabe la ubicación de sus compañeros casi sin mirarlos y que les entrega el balón como con la mano". También fue elegido por Pele como uno de los 125 jugadores vivos que mas se destacaron en la historia. Otro homenaje, tiene una estatua en su Santa Marta natal, vestido de jugador, con su brillante cabello destacándose.


            Valderrama fue un incomprendido de su época. Siempre se sintió así, y sin embargo siempre siguió tratando de imponer su estilo, lo que materializo para siempre la adoración que tenemos por él. Su liderazgo, su capacidad con el balón. Así como su buena onda –el inconfundible “todo bien, todo bien”-  y su cabellera distintiva. Pero también su sensibilidad y timidez, hacen del Pibe un personaje entrañable y querido por aficionados, periodistas y jugadores de todo el mundo.


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