jueves, 31 de octubre de 2013

Brasil 1950: la leyenda del "Maracanazo"


Corría el año 1950 y el desastre de la Segunda Guerra Mundial aún estaba latente en Europa y en el mundo. La primera mitad del Siglo XX dejaba marcas imborrables en la historia. El conflicto ideológico, desatado entre el Eje y Los Aliados, fue tan devastador que a partir de su finalización en 1945, nada iba a ser lo mismo.
Más de 50 millones de muertos, naciones destruidas, así como rutas, ferrocarriles y terrenos infértiles, eran el reflejo de años de violencia ininterrumpida embanderada en una locura sin precedentes hasta ese momento.
La derrota de Hitler, y  con ella su idea de conquistar el Viejo Continente, significó el fin de la hegemonía europea. Se empezaba a gestar un nuevo enfrentamiento político-económico donde el mundo se dividía en dos. La ideología liberal de Los Estados Unidos por un lado, y el pensamiento Comunista por el otro,  daban el puntapié inicial a la Guerra Fría.
Habían pasado 12 años de la última edición del Mundial, en Francia 1938. La FIFA decidió suspender la Copa del Mundo que debía jugarse en 1942 por las razones antes citadas. En los primeros meses de 1946, y con el recuerdo aún vivo del desastre, la organización dispuso que tres años más tarde, en 1949, volvería a rodar la pelota en Suiza.
El país Helvético -declarado neutral- pasó la Guerra sin despeinarse, y además contaba con una economía rozagante. Pero el problema suizo radicaba en que no tenía a disposición las estructuras para albergar un campeonato a esa escala, ni tenía la ingeniería como para solucionarlo en el corto plazo. A esto se le sumaba que los países de este lado del mundo reclamaban la localia por dos razones más que entendibles: una, la condición en que se encontraba Europa, y dos,  que después de haberse jugado dos seguidos en tierras lejanas, era hora de volver a América.
Afiche del mundial
Así las cosas, Brasil se postuló para ser el anfitrión de la IV edición de los mundiales. En un congreso celebrado en Luxemburgo, la FIFA dio el visto bueno el 25 de julio de 1946. El país vecino, comandado políticamente en ese entonces por Getúlio Vargas, estaba preparado para darle rienda suelta a un nuevo mundial, y en +Medios te lo vamos a contar: es la hora de Brasil 1950.
El Gigante del continente se preparó con todo para causar buenas impresiones ante la mirada del resto del planeta. Un ejemplo de esto es haber construido el emblemático Estadio Maracaná en Río de Janeiro, con capacidad para 200 mil personas. Sencillamente, una locura. La fiesta debía ser brasilera.
De casi 40 selecciones que iban a darse cita en Brasil, rápidamente se bajaron muchos equipos. Algunos europeos, debido a la guerra, se fueron de manera voluntaria. Este no es el caso de Alemania, que fue excluida a modo de repudio por haber sido el país que instigó el desastre años atrás.
Raro fue lo de la India, que se bajó de la competición ante la negativa de la FIFA de dejar participar a sus integrantes sin calzado, o sea, que jugasen el mundial descalzos, tal como lo habían hecho en los JJ OO de 1948.
Otra ausencia destacada fue la nuestra, la de Argentina, pero eso lo veremos aparte (ver: ¿Qué pasó con la Albiceleste?).
Un dato a tener en cuenta, es que hacia su debut total en mundiales la selección de Inglaterra, ausente en las tres ediciones anteriores. Finalmente, sólo 13 equipos nacionales compondrían la lista definitiva del mundial de Brasil.
Ante la situación de contar con pocos participantes, el torneo se definiría en un cuadrangular final compuesto por los mejores clasificados de la primera ronda. Divididos en 4 grupos, la cosa se hizo como se pudo. Dos grupos de cuatro equipos, uno de tres, y otro más sólo con dos, uruguayos y bolivianos, donde los primeros le propinaron a los segundos la mayor goleada del mundial. Ganó Uruguay por 8 a 0.
Brasil, última vez que vistió de blanco
Brasil debutó con una holgada victoria sobre México, y paso a paso se fue perfilando como máximo candidato hasta llegar a la final. Italia, bicampeón vigente, llegaba muy diezmado luego de que su delegación sufriera un accidente aéreo un año antes. En realidad era el equipo de Torino, que viajando de vuelta a Turín luego de disputar un partido en Portugal, el avión en el que se transportaban cayó tras chocar con unas montañas, perdiendo la vida varios jugadores que eran parte del combinado nacional de Italia. Pese a la desgracia, el conjunto Tano se presentó a jugar, aunque finalizó en el séptimo puesto.
El otro candidato era Uruguay, que junto a la Azurra, eran los únicos países que tenían una estrella en su haber. El campeón en 1930, como mencionamos anteriormente, debutó con una goleada que permitía soñar.
El cuadrangular final estuvo conformado por Brasil, Uruguay, Suecia y España. La modalidad era todos contra todos, a definirse en la última fecha por los resultados que se dieron. Con Suecia y España fuera de carrera, brasileros y uruguayos definían el mundial.
El empate le alcanzaba a los locales para alzarse por primera vez con la copa y ante su gente. 200 mil almas agitaban sus brazos y cantaban al ritmo de la samba, nada podía hacer que se le escape la victoria a Brasil.
Cuenta la historia que Obdulio Varela, volante central y figura de La Celeste, les dijo a los fotógrafos antes de salir a la cancha estas palabras: “Vénganse, que los campeones están acá”, haciendo referencia a que le saquen fotos también al conjunto uruguayo, ante el papel secundario que les otorgaba todo el estadio.
El plantel de Uruguay en 1950
Tras un primer tiempo con marcada superioridad brasilera, el 0 a 0 no se movía. Aunque el empate los coronaba, Brasil buscaba la tranquilidad con la ventaja de un gol. Éste llegaría comenzado el segundo tiempo, en los pies de Friaça. La historia parecía sentenciarse, pero el espíritu de la Garra Charrúa que se conoció en el ´30 volvería a hacerse presente.
Cerca de los 20 minutos, el rumbo del partido comenzaba a cambiar. Juan Alberto Schiaffino estampaba el empate, la cara del Maracaná dejaba ver un ceño de preocupación.
Todo pasaría 15 minutos más tarde. En un avance comandado por Varela, Uruguay marcaba el 2 a 1 en los pies de Alcides Ghiggia. La Celeste pasaba arriba en el marcador. El silencio se adueñó de esas 200 mil almas, que minutos antes desbordaban de alegría. El desconcierto y la desesperación se apoderaba de los jugadores de Brasil, que en innumerables ataques luego del gol uruguayo, no podían vencer al arquero Roque Máspoli. Ni siquiera lo logró Ademir, el goleador del mundial –hizo 8 goles en total-.
El Maracanazo en fotos
La hazaña estaba a punto de consumarse. De hecho Jules Rimet, presidente por entonces de la FIFA, se había ido a los vestuarios con el juego 1 a 1 a prepararse para darle las hurras al conjunto local terminado el encuentro. Tal fue su sorpresa al volver al césped y encontrarse con un estadio abatido, callado, y  ver sólo la figura de unas pocas siluetas celestes saltando y celebrando. El “Maracanazo” era una realidad. Uruguay finalmente ganó el partido 2 a 1, y así se consagraba campeón del mundo por segunda vez en su historia, veinte años después de 1930.

¿Qué pasó con la Albiceleste?

Nuestra selección, ausente en 1938, tenía todas las de ganar en el mundial que se avecinaba. Sólo comparable con las formaciones de estos años, los nombres que componían el equipo nacional eran de una riqueza invaluable. Por citar algunos, y cometiendo el gravísimo pecado de dejar afuera ciertos emblemas del fútbol local, podemos hablar de Labruna, Boyé, Loustau, un joven Di Stéfano, Tucho Méndez, y así sucesivamente. La lista es larga.
Hay motivos que se dieron a la luz, otros que son secretos de pasillos, y otros  que fueron denuncias que se dieron tiempo después.
La versión oficial sentenció que el faltazo de la selección nacional se debió a un problema con la Confederación Brasilera de Deportes, por un problema en la organización de unos amistosos. Otro motivo fue el éxodo de los mejores jugadores a Colombia, en huelga ante el reclamo de un transparente régimen de contrataciones. Y por último, quizá el más polémico, que le atribuye la no participación a una decisión de Juan Domingo Perón, presidente de los argentinos en esos años. ¿Quién dijo esto? Valentín Suárez, quien ocupaba el sillón de la AFA en ese período, sosteniendo que el General dio la negativa de participar porque él no le pudo garantizar el éxito en el torneo.
Cualquiera que haya sido la razón de la exclusión del equipo del mundial, fue un golpe a nuestra historia futbolística –utilizando el recurso del supuesto- no haber presentado el selectivo nacional que venía de conseguir un tricampeonato en la Copa América.



Por Marco Iannarelli @MIannarelli


Fuentes:
- "El libro de oro del mundial" Arte Gráfico Editorial Argentino S.A, Diario Clarín.

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